Médicos y enfermeros de unidades de cuidados intensivos (UCI) han elaborado, a través de sus respectivas sociedades científicas (Semicyuc y Seeiuc), un plan de contingencia para hacer frente desde estas unidades a la pandemia de coronavirus Covid-19.
Uno de los puntos críticos del plan es la planificación de escenarios posibles. Ante la falta de evidencia científica suficiente sobre esta pandemia, su tasa de propagación, mortalidad y gravedad, la propuesta de los intensivistas se basa en la aplicación del software FluSurge 2.0, desarrollado por el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
Este programa fue diseñado para predecir el impacto de una pandemia de gripe "y solo ha sido validado en ese contexto", dice Semicyuc. Según los profesionales, el software "permite realizar una serie de cálculos aproximados del aumento de la demanda de servicios basados en hospitales durante una pandemia de influenza, y que se puede usar para realizar una planificación en una situación de pandemia moderada y Plan de Contingencia para los Servicios de Medicina Intensiva frente a la pandemia Covid-19".
La herramienta permite modificar la población en riesgo, los recursos hospitalarios disponibles y los supuestos de curso epidemiológico del proceso pandémico, dando como resultado una estimación aproximada de necesidades en dicho contexto: el número de hospitalizaciones y fallecimientos, el número de personas hospitalizadas, el número de personas que requieren atención en la UCI, el número de personas que requieren ventilación mecánica y el grado de saturación de los servicios disponibles para atenderlas.
El peor de los casos
Según los cálculos realizados, el panorama podría ser desolador: tomando como referencia el escenario actual en las comunidades autónomas más afectadas, el escenario más probable arroja unas cifras de 278.435 personas hospitalizadas (durante las 12 semanas) y 55.987 fallecimientos. Aunque la horquilla que maneja el informe entre el peor y el más optimista de los escenarios va de 36.000 a 87.000 fallecimientos si no se hubieran tomado medidas de contención.
Y es que aún no ha pasado lo peor: "se estima que la semana pico de la pandemia será la séptima, con 41.765 admisiones hospitalarias en dicha semana y 6.673 ingresos en un solo día, y ocupando 67.412 camas, el 74% de los recursos hospitalarios disponibles de los hospitales públicos", según el plan. Actualmente nos encontramos en la primera o segunda semana de la pandemia, en función de su extensión en cada comunidad autónoma.
Además, 9.257 pacientes hospitalizados estarán en UCI, y 5.454 estarán en ventilación mecánica. Estas cifras se traducen en el 257% de la capacidad supuesta total de la UCI, y en el 165% de todos los ventiladores. Estas previsiones se hacen asumiendo una tasa de ataque del 35%, esto es, el porcentaje de probabilidad de que un determinado contacto contraiga la enfermedad; un ritmo reproductivo básico R0:4 (esto es, un promedio de cuatro contagios por cada persona infectada) y una duración prevista de 12 semanas.
Los intensivistas realizan también previsiones con tasas de ataque más moderadas (25%) para 8 y 12 semanas, que implicarían en el escenario más probable 198.882 ingresos hospitalarios (91.968 como mínimo y 260.268 como máximo) y una estimación de 39.990 muertes (26.286 como mínimo y 62.182 como máximo).
Ante estas cifras, los médicos intensivistas afirman que "esperamos que las medidas de contención planteadas puedan disminuir el ritmo reproductivo básico R0 y la tasa de ataque, esto disminuiría la agresividad de la pandemia".
Y es que, según ha explicado a este periódico Pedro Rascado, coordinador del plan de contingencia, "no se trata de previsiones, sino de estimaciones que sirven para calcular la necesidad de recursos".
Además, todos estos datos son estimaciones que para Covid-19 no son exactas si se tiene en cuenta que se desconoce la tasa de ataque de la enfermedad y que algunos estudios la han situado entre el 10,5% y el 0,45%, "si bien la rapidez del contagio actual en España hace pensar que la tasa sea superior a la referida", explica el propio documento. Del mismo modo, aunque algunas estimaciones del ritmo reproductivo de la enfermedad de la OMS calculan 2-2,5 contagios por persona infectada, las previsiones de los intensivistas son de 4 contagios.
Obviar el dato
A ello se suma que se ha extrapolado para toda España la situación de las comunidades autónomas más afectadas por la pandemia, cuando "en cada una se está comportando de diferente manera". Por ello, la recomendación de los intensivistas es que "cada comunidad autónoma realice sus propios cálculos en función de la situación actual". Para ello, el plan estará disponible en la página web de Semicyuc. En cualquier caso, Rascado considera que "el dato de mortalidad es el que menos ha de tenerse en cuenta", ya que confía "en que las medidas de contención reduzcan la tasa de contagio".
Cinco fases
El plan diferencia cinco fases de respuesta a la pandemia: Preparación, Inicio, Saturación, Colapso y Control de la Crisis. "Aún estamos en la fase de inicio -explica Rascado-, ya que todavía podemos asumir los casos que hay con los recursos existentes".
Además, algunas de las medidas previstas para la fase de saturación ya se han tomado, como la suspensión de toda la actividad electiva (cirugía, pruebas diagnósticas, consultas) en el hospital. Recomiendan además "valorar el descanso del personal de primera línea, organizando el trabajo en turnos, y un criterio de ingreso en UCI estricto, guiado por escalas objetivas".
Asimismo, Rascado valora positivamente las adquisiciones que están llevando a cabo los hospitales de nuevos monitores de soporte vital que permitirán, cuando sea necesario, convertir en camas de UCI otras unidades de los hospitales.
En esta línea se sitúan las recomendaciones para la fase de colapso, de hecho, que incluyen el reclutamiento de todo el personal de reserva disponible y el uso de todas las camas disponibles en el hospital, incluidas las de la UCI, para atender prioritariamente a los pacientes que tengan una mayor probabilidad de recuperación, así como estar dispuestos a admitir que los estándares de calidad asistencial habituales pueden disminuir.
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