sábado, 9 de marzo de 2019

El sereno ya patrulla por las calles de Santa Coloma

“¡Felicidades por ser tan cívico!”, exclama Aurora Montes, coordinadora del nuevo servicio de serenos de Santa Coloma de Gramenet (Barcelonès), a un chico que pasea su perro por los alrededores del mercado Sagarra a la 1:00 h. “Los serenos no sólo están para decir a los ciudadanos las cosas malas, ¡también las buenas!”, enfatiza la responsable.
Montes es la encargada del servicio de serenos de Gijón, la experiencia –de 20 años de recorrido- que el Ayuntamiento de Santa Coloma ha tomado como ejemplo para importar este modelo de agentes cívicos nocturnos, 8 hombres y 8 mujeres, que patrullan las calles colomenses desde la madrugada del pasado 2 de marzo.
Aunque el oficio de sereno como tal desapareció a finales del siglo pasado –en Barcelona, por ejemplo, el Cuerpo se disolvió en 1976-, el consistorio catalán ha recuperado la popularidad de la figura para dar nombre a un conjunto de profesionales, contratados por la Administración de momento hasta diciembre, que cobrarán 1.200 euros brutos mensuales para velar por la buena salud de la vía pública desde una perspectiva asistencial.
De hecho, Santa Coloma, que ha activado la medida, en palabras de su alcaldesa, Núria Parlon, para revertir la sensación de inseguridad “amplificada con la ayuda de las redes sociales”, no es el único municipio catalán que ha movido ficha últimamente en este sentido. Sin ir más lejos, Premià de Dalt (Maresme) también recuperó el servicio de serenos a finales de enero (en el Maresme, además, se da el agravante de que la respuesta a la oleada de robos se ha traducido en las controvertidas patrullas vecinales); y en Badalona (Barcelonès) o Terrassa (Vallès Occidental) también se han incorporado recientemente nuevos agentes cívicos para resolver pequeños conflictos en vía pública y contribuir al civismo.
Los serenos de Santa Coloma, antes de empezar su primera ronda nocturna. 

Las vidas detrás de los serenos

Una carpeta y un bolígrafo para hacer los partes, una linterna, un móvil de empresa, un plano de zonas y un bocadillo y un agua para la parada de media hora. Con este material dentro de una bandolera y una chaqueta reflectante donde se leía en mayúsculas ‘sereno’ hicieron la primera ronda nocturna los nuevos agentes cívicos colomenses, que se repartieron por los seis distritos locales en parejas.
Santiago Sotelo tiene 58 años y hasta ahora era parado de larga duración tras haber quebrado en el 2014 la empresa para la que trabajó 18 años desmontando trenes. También fue cocinero. Haciendo un curso en Grameimpuls –la empresa pública de ocupación de Santa Coloma-, se enteró de una nueva formación y… ahora su vida ha dado un vuelco porque es sereno.
Santiago ha pasado por un proceso de selección al que se presentaron, dice, unas 600 personas. Entrevistas, psicotécnicos y pruebas físicas como el ‘test de Cooper’ para ser uno de los 16 colomenses elegidos. Como José María (54 años), Jesús (44) y Verónica (55), que antes habían sido camarero, comercial y camarera de piso en un hotel, respectivamente, y ahora son serenos.

Durante la primera ronda nocturna, los serenos saludaron a la ciudadanía e informaron del nuevo servicio

Durante su primera noche, a Santiago le acompaña otro sereno y la propia Aurora Montes, que asistirá a los serenos de Santa Coloma este primer mes de marzo para ayudarles a entrar en la dinámica. Algo sobre lo que trabajó a conciencia desde la primera ronda nocturna: saludó incesantemente a los ciudadanos que encontró a su paso, informó sobre transporte público, entregó tarjetas informativas del servicio –con el teléfono de los serenos, el 674. 213. 777, al cual puede llamar cualquier ciudadano para pedir asistencia- a otros tantos y ayudó al camarero de un bar de la rambla San Sebastián a tirar la basura como ejemplos paradigmáticos de las ‘competencias serenas’. Los compañeros la observaban atentamente aunque algo desubicados, pues necesitaban entrar en calor.
¿Cómo actuaron los ciudadanos? Sorprendentemente, salvo un par de grupitos de chavales que salieron por peteneras parafraseando el ‘Apatrullando la ciudad’ de El Fary, reaccionaron a las interpelaciones de los serenos con aparente normalidad: “¡Muchas gracias!”, “me parece muy bien lo que hacéis”, “¡no os olvidéis de ir al bario del Fondo!”, les comentaban los colomenses por las calles.
Los serenos de Santa Coloma patrullan durante la madrugada del 2 de marzo. 

Serenos, Policía y viceversa

Uno de los extremos sobre los que más énfasis ha hecho el Ayuntamiento de Santa Coloma es dejar claro que los nuevos serenos no podrán arrogarse en ningún caso competencias policiales, como por ejemplo tratar de impedir una infracción o practicar una detención, en esencia porque “esto incluso podría poner en peligro la seguridad de los serenos”, apuntaba Parlon. A lo sumo, estos agentes cívicos podrán llamar a policía local o Mossos d’Esquadra, cuerpos con los cuales se coordinarán, para dar cuenta de la incidencia.

Los serenos no podrán arrogarse en ningún caso competencias policiales, pues eso podría poner incluso en peligro su seguridad

Más que con los vigilantes de seguridad privada, como en su día alertaron UGT y CCOO, las competencias de los serenos podrían llegar a entrar en conflicto con quienes cubren por antonomasia la seguridad en el espacio público: los cuerpos policiales. Así lo remarca Iván Nogales, responsable de la sección sindical de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), sindicato mayoritario entre el colectivo de la Policía.
En ese sentido, Nogales considera que los serenos “no son la opción más idónea para atajar la percepción de inseguridad a la que el Ayuntamiento alude, que es latente en Santa Coloma. La solución siempre es aumentar la presencia policial en la vía pública, pero como es cierto que existen los condicionantes de la reducción de plantilla por la Ley de Estabilidad Presupuestaria y la jubilación de algunos policías, el consistorio acude a fórmulas alternativas novedosas”.

Combatir la percepción de inseguridad

¿En qué consiste esa “percepción de inseguridad” a la que pretenden dar respuesta los serenos de Santa Coloma? Pertenece al terreno de “la confianza y los vínculos que van más allá de la seguridad, de lo estrictamente penal”, según la alcaldesa de Santa Coloma.
Consiste en algo, en definitiva, que va más allá de los datos de criminalidad. Porque, según estos, ¿han aumentado las infracciones penales durante el último año? La respuesta breve y fría, con el balance del Ministerio del Interior sobre la mesa, es que sí: el total de infracciones penales aumentaron un 14,3% en el 2018 con respecto al año anterior; el doble, por ejemplo, que en Badalona (7,2%), por tomar como referencia un municipio homólogo y próximo.

Aunque en el 2018 sí hubo un repunte delincuencial en Santa Coloma, hasta ese año la ciudad se mantuvo en cifras estables

Sin embargo, desde el Gobierno municipal colomense achacan el repunte al robo masivo de teléfonos móviles que hubo en el festival de música electrónica ‘Tomorrowland’, y, ciertamente, el año 2018 fue el primero de los últimos 5 en que los indicadores de criminalidad de Santa Coloma se situaron por encima –tanto como para doblarlos- de los de Badalona, que estuvo de media un par de puntos porcentuales por encima al final de la etapa Albiol.
La percepción de inseguridad ciudadana, por lo tanto, trasciende los datos de criminalidad y gira más bien en torno a cómo le llegan al ciudadano esos datos. A ojos de Iván Nogales, del CSIF, hay tres factores determinantes que explican el reciente incremento de la percepción de inseguridad que ha detectado el consistorio colomense: la disminución de las plantillas policiales; la sobreexposición de determinados sucesos en el municipio que han resultado especialmente mediáticos, “como por ejemplo la agresión sexual y apuñalamiento en el metro a finales del 2018”; y, sobre todo, la amplificación de los sucesos delictivos o actos vandálicos a cargo de las redes sociales de ámbito local, “que hacen que lleguen a todo el mundo cuando antes se circunscribían a la ciudadanía del barrio en cuestión”.
Los serenos saludan e informan a una ciudadana del nuevo servicio local. 

La repercusión de las redes sociales

Deteniéndonos en ese último factor, por novedoso y por haber sido citado por la alcaldesa Núria Parlon en numerosas ocasiones, cabe preguntarse si en configuraciones locales como la de Santa Coloma o municipios análogos la peligrosidad de las redes sociales es tal; si más allá de las alarmas y las prescripciones genéricas de plataformas que luchan contra las ‘fake news’, la desinformación puede ser causa de estragos locales como el aumento de la percepción de inseguridad o la estigmatización de determinados colectivos migrantes.
Ahí va un ejemplo de ámbito local. Hará cosa de un mes, una de las páginas de Facebook en Santa Coloma más activas en la propagación de esos sucesos sin contrastar ni verificar –hay grupos de hasta 40.000 miembros- publicó una fotografía donde a duras penas se apreciaba a un encapuchado de espaldas caminando por un tejado.
A raíz de la publicación de la imagen, que se atribuía, como viene siendo habitual, a una “fuente vecinal”, los usuarios de Facebook de la ciudad empezaron a elucubrar acerca de la posible ‘reokupación’ de la casa de los agresores del metro de Santa Coloma, en el techo de la cual se había visto supuestamente al sospechoso individuo. Algo tan sencillo como la publicación de una foto en Facebook obligó a la policía local de Santa Coloma a inspeccionar la citada casa dos veces, la segunda, incluso, junto con el propietario accediendo a la vivienda, que estaba tapiada.
Allí no había nadie. La supuesta ‘reokupación’ del inmueble había sido, pura y llanamente, una mentira. Ahora falta por ver si los serenos, en cuyo servicio ha invertido el Ayuntamiento unos 400.000 euros, son capaces de transmitir a la ciudadanía de Santa Coloma–a la que pide que les ayude y apoye, como ocurre en Gijón- esa sensación de seguridad que se sobreponga al poder de la incertidumbre que emana, entre otros, de las redes sociales.

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