Cinco desalojos masivos de manteros en enero no han logrado erradicar el peculiar asentamiento comercial que se instala en el vestíbulo de la estación de Renfe de la plaza de Catalunya. Al menos todavía.
La falta de una vigilancia policial permanente, por la negativa de los Mossos d’Esquadra a permanecer en este recinto subterráneo con la Guardia Urbana para disuadir a los vendedores, ha retrasado la solución definitiva del problema.
Sin embargo, en la reunión que este lunes 4 de febrero mantendrán mandos de ambos cuerpos policiales, con responsables del Ayuntamiento de Barcelona y Renfe, se aprobará lo que técnicamente se denomina «el dispositivo de saturación conjunta».
La solución definitiva para impedir la recolocación de los manteros llega un año después de que Renfe comenzó a alertar de forma insistente de que la presencia de entre 100 y 150 vendedores cada día con su mercancía en el vestíbulo principal de la estación de Catalunya impediría una correcta evacuación de la estación en caso de producirse emergencia.
La resolución del problema entró en una aparente recta final en noviembre en una reunión entre Ayuntamiento, Generalitat, Renfe y TMB.
Los Mossos aceptaron colaborar con la Guardia Urbana en un desalojo definitivo, aunque la iniciativa debía ser municipal.
Pero una alerta terrorista en diciembre y la celebración en esos mismos días del Consejo de Ministros en la ciudad lo aplazaron.
Actuaciones ineficaces
Después de Navidad se retomó el plan contra «el top manta en el subsuelo», como lo denominan los técnicos para diferenciarlo de la venta ambulante que se realiza «en superficie», es decir, en la calle.
Desde entonces, se han realizado cinco desalojos de vendedores con mossos y guardias urbanos antidisturbios en el hall subterráneo, los días 8, 10, 14, 16 y 31 de enero. Pero al día siguiente, los manteros vuelven a ocupar el espacio.
«La única manera de evitarlo es mantener la presencia policial durante varias semanas», explica a este diario uno de los representantes municipales que gestionan este complejo problema.
La misma fuente niega que el gobierno de Ada Colau haya rehusado actuar contra el top manta, como denuncian los más críticos, y ponen de ejemplo que solo el año pasado la Guardia Urbana se incautó en toda la ciudad de 1.132.071 productos (la cifra más alta de los últimos tres años, un 18% superior a la del 2017).
Este experto municipal admite también que la ocupación del vestíbulo de Renfe, que tanto agobia a los responsables de la compañía, «es insostenible». «Una concentración tan grande de vendedores dificulta el tránsito de los usuarios y, según los informes de seguridad de Renfe, entorpecería una evacuación del recinto», añade .
Sin embargo, los Mossos, que han escuchado este mismo argumento en las reuniones con el Ayuntamiento y Renfe, no lo comparten: «En los desalojos se ha tardado menos de un minuto en vaciar el vestíbulo.
En una evacuación de emergencia, los vendedores también saldrían corriendo».
Más vigilantes de Renfe
La policía catalana limita el problema no a una cuestión de seguridad pública, sino de actividad comercial y, por tanto, de competencia municipal. «Nosotros debemos mantener las patrullas en la calle, donde pasan cosas, y no en un espacio de Renfe», afirman siempre sus responsables.
Pero ahora los Mossos ya están más dispuestos a colaborar en la vigilancia del recinto ferroviario para ahuyentar el top manta, siempre que sea bajo un plan liderado por la Guardia Urbana y que implique también un aumento significativo de vigilantes de seguridad de Renfe.
Uno de los escollos de la reunión del lunes 4 eerá delimitar cuántos efectivos debe destinar cada administración al operativo, sobre todo cuando nadie niega que a ninguna de las dos les sobran los agentes, como se ha demostrado en el actual plan de seguridad de Ciutat Vella.
El objetivo final del «dispositivo de saturación conjunta» para la estación de Catalunya que, si todo va bien, suscribirán los mandos de Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra, concreta que al que debería ser el último desalojo definitivo de manteros le seguirá una presencia policial conjunta durante varias semanas en este mismo lugar. Al menos, sostienen fuentes conocedoras del acuerdo, «hasta empoderar a los vigilantes de seguridad» de la compañía ferroviaria.
Se trata de que sean solo los viigilantes los que impidan en un futuro próximo el regreso de los manteros, siempre que estos últimos acepten su autoridad tras verles actuar varias semanas junto a los policías. Cuando se produzca la ocupación del espacio común con las mantas y las mercancías, los vigilantes podrán actuar solos y pedir intervención policial desde el exterior en el caso de que la situación se complique. Lo mismo que ya hace el personal de seguridad cuando interviene en una pelea o cualquier delito en la red de transporte público.
El Ayuntamiento pide actuar desde varios frentes
El Ayuntamiento de Barcelona quiere que todas las administraciones se impliquen en el fenómeno del ‘top manta’ que, según sus responsables, no crece de forma alarmante, pero tampoco disminuye. Ahora hay menos puntos de venta, pero más vendedores en cada sitio (unos 150 en la estación de Renfe).
“Estamos trabajando con un plan de acción integral en el que es necesario que todas las administraciones colaboren”, explica Álvaro Porro, comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Consumo. “Hay que abordar el tema del origen, las alternativas sociolaboral y también los plazos para acelerar los procesos de regularización que permitan a estas personas encontrar un trabajo y dejar la manta”, añade.
Y pone como ejemplo el plan que logró que los limpiacristales desaparecieran de los cruces de Barcelona, que desaparecieron..
El control del top manta, por ejemplo, también implica a diferentes cuerpos policiales ya que la mayoría de artículos a la venta son falsificados (competencia de la Guardia Civil), se distribuyen en almacenes de Badalona (Policía Local) y finalmente se venden en las calles de Barcelona (Guardia Urbana).
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