domingo, 29 de septiembre de 2019

Personal de seguridad de la térmica del Narcea protesta por su situación laboral

Denuncian que la retirada del arma conlleva la pérdida del plus salarial por peligrosidad y piden el pago de las nóminas que les adeudan


La mitad de los vigilantes de la central térmica del Narcea, ubicada en Soto de la Barca, en Tineo, no portarán su arma reglamentaria durante el servicio. Una situación que ha llevado a la plantilla a concentrarse ayer a mediodía en el acceso a la planta para mostrar su desacuerdo con esta decisión que, sostienen, parte de la empresa Naturgy. «Es una situación ilegal. Esto es un centro donde los vigilantes de seguridad deben portar arma de fuego obligatoriamente. Hay una irregularidad que ya hemos denunciado ante Delegación del Gobierno», afirmó el secretario general de FeSMC-UGT, Fermín de Con Longo, que recordó que la retirada del arma supone la pérdida de un complemento salarial «importante» para los vigilantes.
El sindicato considera que la retirada del arma obedece a criterios económicos y busca «abaratar así el servicio» de los dos empleados que hay en cada turno; uno portará arma y otro no.
A ello se suma que la plantilla aún espera cobrar los salarios que la anterior empresa concesionaria del servicio, Ombus, les adeuda tras entrar en concurso de acreedores. Sostienen los trabajadores que el coordinador de seguridad de la central térmica les aseguró que Naturgy les abonaría las más de dos mensualidades que no llegaron a percibir.
La plantilla siguió trabajando pese a no cobrar durante ese tiempo. «El coordinador de seguridad de la central, que pertenece a Ilunion, nos dijo que no faltáramos al trabajo. Se cumplieron los horarios y, tal cual, no se faltó al trabajo. A día de hoy siguen con la promesa de que se abonarán esos salarios», indicó uno de los vigilantes, Javier Menéndez, que sigue sin percibir ese dinero. Una situación que ahora ve agravada con la retirada del arma reglamentaria. «Nos supone unos 90 euros al mes a cada uno», puntualizó Menéndez.
Todo ello se suma a la incertidumbre sobre el futuro laboral que espera a la plantilla ante el anunciado cierre de la central térmica. «Aquí nadie da la cara. Se suma todo. La situación es muy complicada», lamentó Menéndez.

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