Uno de los acusados, auxiliar administrativo, falseaba recibos de entrega de efectos de valor para evitar ser descubierto
Almacén de objetos hallados en el aeropuerto de Son Sant Joan, en Palma. d. m.
Un juzgado de Palma ha condenado a dos vigilantes de seguridad del aeropuerto de Son Sant Joan por quedarse multitud de objetos perdidos en la terminal de forma continuada hasta que ambos fueron descubiertos en abril de 2017. La magistrada ha impuesto al principal acusado, un auxiliar administrativo que trabajaba para una conocida empresa de seguridad y que se encargaba de custodiar los efectos en la oficina de objetos hallados del aeropuerto de Palma, una pena de 11 meses de prisión y una multa de seis meses con una cuota diaria de cuatro euros por un delito continuado de apropiación indebida en concurso con otro de falsedad en documento mercantil.
El sospechoso, de 45 años, defendido por la abogada Isabel Fluxà, reconoció los hechos en el juicio y se conformó con la condena. Además de apoderarse de valiosos artículos extraviados procedentes de la oficina, también falsificaba recibos de entrega, poniendo como receptor a diversas personas que no se correspondían y falsificaba su firma para evitar ser descubierto.
En esas fechas, entre 2014 y mediados de 2017, el hombre era adicto a las drogas y al alcohol. Por ello, la jueza ha apreciado la circunstancia atenuante de toxicomanía como muy cualificada.
Mientras, su compinche, un vigilante de seguridad de 43 años que trabajaba en los filtros de Son Sant Joan, ha sido sentenciado a una pena de multa de seis meses a razón de seis euros diarios por un delito continuado de apropiación indebida por llevarse también efectos de la oficina de objetos hallados del aeropuerto. La magistrada ha fijado la pena de multa en la duración máxima al tener en cuenta la multitud de artículos de los que se apropió unido al hecho de que se aprovechó de que era vigilante de seguridad del aeropuerto para cometer el delito.
Devolución a AENA
La sentencia, que aún no es firme, también condena a ambos trabajadores a que devuelvan a AENA todos los objetos intervenidos que fueron hallados en sus respectivos domicilios, salvo aquellos cuya legítima propiedad han justificado, con el fin de que por dicha entidad se lleve a cabo el protocolo de actuación.
La jueza no ha impuesto ninguna indemnización debido a que AENA y la empresa de seguridad en la que estaban empleados los dos encausados se han reservado el ejercicio de acciones civiles.
Según se declara probado, el principal sospechoso desde 2014 trabajaba como auxiliar administrativo en la oficina de objetos hallados de Son Sant Joan, donde tenía la obligación de registrar estos efectos, clasificarlos, custodiarlos y gestionarlos para su posterior entrega a sus legítimos propietarios o, una vez transcurrido el plazo establecido en el protocolo de AENA, entregarlos a la persona que los había encontrado o a una ONG. Desde esas fechas y hasta que fue detenido en abril de 2017, el hombre se fue quedando objetos que no habían sido reclamados. Para evitar ser descubierto, manipulaba las fechas de entrada y salida y elaboraba recibos de entrega con los datos de otras personas que estaban en las bases de datos, que habían extraviado su documento de identidad o que figuraban como sustraídos. Así, justificaba la salida de los objetos.
El segundo encausado, vigilante de seguridad en los filtros del aeropuerto, desde octubre de 2016 hasta abril de 2017 ayudaba al primero en la clasificación de los objetos en la oficina en sus horas y días libres. Durante este periodo, se fueron quedando género a sabiendas de que eran objetos perdidos. El 9 de febrero de 2017, se llevó de la oficina una maleta llena de ropa, material electrónico, gafas y otros efectos procedentes del almacén de AENA. El 5 de abril de ese año, en un registro en su domicilio, se encontraron numerosos objetos de la oficina.
Ese mismo día, se registró también la casa del otro encausado, donde se halló un iPad mini que figuraba como sustraído en Palma el 6 de enero de 2015; un ordenador MacBook, que coincidía con el que se decía que se había entregado a una extranjera en marzo de 2017 en un recibo que elaboró mendazmente el sospechoso; y otro ordenador que también figuraba como devuelto en un documento realizado adrede por el encausado.
El sospechoso elaboró otros recibos de entrega con la finalidad de quedarse objetos como un estuche con gafas, 3.500 euros en billetes de 500, un reloj Victorinox o un iPhone 6. Estos efectos no fueron recuperados y los datos que aparecían en los documentos de entrega eran falaces. El acusado inclusofalsificó las firmas de los supuestos propietarios.
La sentencia destaca que se trataba de objetos extraviados, no abandonados, ya que no es normal que alguien abandonde artículos de estas características. Además, la jueza asegura que con este modo de proceder no se sabe con exactitud los efectos que había en la oficina y se desconoce cuántos perjudicados hay. También resalta que apareciera un policía nacional en las cámaras de videovigilancia saliendo del aparcamiento con una maleta que estaba en la oficina. Esto indicaría la posibilidad de que el caso no se ha investigado debidamente.
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